BOLETÍN ELECTRÓNICO
EXPERIENCIA DE REPRODUCCIÓN
Con el paso de los años, la institución escolar ha cambiado, aunque se espera de ella lo mismo en cuanto a la impartición de conocimiento y normas de conducta, actualmente se ha innovado con métodos de enseñanza distintos que además de transmitir conocimiento, también crean nuevos conocimientos y logran desarrollar el pensamiento y la autonomía en los alumnos, además de ayudarlos a establecer su identidad.
Una experiencia educativa de reproducción que tengo muy marcada y que recuerdo como una de las mejores que viví fue en el tercer año de secundaria, formaba parte del club de danza regional y se acercaban las competencias. Mi maestra, llamada Alma era excelente, nos dejó elegir el estado y la región de la república que quisiéramos bailar, como era nuestro último año, le pedimos que nos montara el estado de Guerrero de la región “Tierra Caliente”, el vestuario no es muy llamativo pero tiene un alto grado de dificultad en los pasos sobre todo uno de los sones llamado “el becerrillo”.
Todo marchaba bien, teníamos 2 de los 3 sones que debíamos montar, entonces la maestra se accidento en una motocicleta; pensamos que se había terminado la competencia para la escuela, estábamos muy tristes, nos juntamos para visitar a nuestra maestra en su casa y decirle que lo importante era que saldría adelante, la maestra tenía yeso en las 2 piernas, toda llena de moretones y estaba más triste que nosotros, se culpaba por afectar nuestra participación en el último año pues habíamos ganado las competencias de zona y las regionales en los años anteriores, llegamos a las estatales donde solo ganamos el segundo año.
Ser parte de esas competencias nos significaba mucho pues era muy complicado ensayar y mantener nuestro promedio en las otras materias, teníamos que esforzarnos un poco más que los demás, éramos parte de la comunidad escolar pero también éramos parte de algo un poco más especial “el club de danza”, lo que me lleva a comprender el siguiente párrafo: “La habituación provee el rumbo y la especialización de la actividad que faltan en el equipo biológico del hombre, aliviando de esta manera la acumulación de tensiones resultante de los impulsos no dirigidos; y al proporcionar un trasfondo estable en el que la estabilidad humana pueda desenvolverse con un margen mínimo de decisiones la más de las veces, libera energía para aquellas decisiones que puedan requerirse en ciertas circunstancias” (Berger y Luckman, 1968.), dado lo cual, esta actividad nos complementaba, nos permitía liberar energía y enfocar nuestra mente en algo sano y divertido para nosotros.
Sólo nos faltaba montar “el becerrillo” y una parte sin música que siempre bailábamos para demostrar el dominio del baile, uno de mis compañeros recordó que nuestra maestra nos había mostrado un video VHS donde bailaba ese son y sugirió que tratáramos de copiarlo, no teníamos nada que perder, teníamos los vestuarios y con su aprobación continuamos ensayando en su casa debajo de los árboles de mango, copiamos todos los movimientos que se veían en el video incluso la coreografía. Los conocimientos previos que nuestra maestra nos había enseñado coadyuvaron con nuestra seguridad y capacidad de lograrlo, citando a Berger y Luckman: “Todo acto que se repite con frecuencia crea una pauta que luego puede reproducirse con economía de esfuerzos y que es aprehendida como pauta por el que la ejecuta”.
La interacción con nuestra maestra fue muy intensa, imitábamos los movimientos que se veían en el vídeo pero no era suficiente, la maestra nos decía: “chicos sus movimientos son muy rígidos, deben aparentar que lo que hacen es sumamente fácil, que no sufren ni les cuesta trabajo”, “¿dónde está esa sonrisa?”, “¡la espalda derecha!”. Por lo que observar una y otra vez el vídeo nos ayudó a montar el último son, pero no habríamos logrado expresar sentimientos ni la posición corporal correcta sin la guía de la maestra, convertimos sus palabras en nuestra verdad, ella nos transmitió su conocimiento y experiencia desde su silla de ruedas, como lo establecen Berger y Luckman diciendo en su obra de La construcción social de la realidad: “El lenguaje es capaz de transformarse en depósito objetivo de vastas acumulaciones de significado y experiencia, que puede preservar a través del tiempo y transmitir a las generaciones futuras.”, y gracias a esto lo logramos.
Puedo rescatar esos tiempos inolvidables que dejaron huella dentro de mi personalidad, pues fui una niña tímida y callada desde pequeña y con el paso de los años y la continua convivencia escolar cambie, mi interpretación y resignificación sobre esta experiencia me dejo un real y profundo aprendizaje significativo que contribuyó a crear la confianza y la seguridad que me faltaban, aprendí que aunque los problemas sean graves, existe una solución, es cuestión de detenerse a pensar y sobre todo atreverse y actuar.
JANET GARCIA NERI.
Berger, Peter L.; Luckmann, Thomas (1968). La construcción social de la realidad. Los fundamentos del conocimiento de la vida cotidiana, Buenos Aires: Amorrortu.
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